Después de unas cuantas vueltas debido a que hay un acceso cerrado por obras que el GPS se empeña en ignorar, llegamos al camping Venezia, nuestro cuartel general para los días que vamos a pasar en la Serenissima.
En las referencias que había leído lo ponen justito pero es el único camping de la zona que acepta la tarjeta ACSI (Esta tarjeta nos permite hacer noches en camping a precios cerrados para dos adultos y la autocaravana a 16€. En algunos los pekes pagan aparte y en otros no)

El camping es pequeño pero a primera vista tiene todos los servicios que necesitamos que no son muchos.
Hoy no vamos a hacer turismo porque es día de colada y para cuando acabemos será un poco tarde y no queremos andar con prisas. Tenemos ropa para lavar de 12 días. Imaginaros el mogollón si en casa hacíamos casi una colada diaria.
Elena se va para la lavadora y yo trabajo un rato con la Web. Ha tenido que hacer dos lavadoras completas! Menos mal que hay secadora porque con la humedad que tenemos en el camping, no se seca ni en una semana. Después comemos y hacemos algo de clase por la tarde. Entre pitos y flautas, para cuando acabamos son casi las cinco y empieza a anochecer.
En uno de los paseos que he dado para inspeccionar el camping, he visto que tiene una piscina climatizada con una pinta estupenda y les propongo a los pekes darnos un bañito. Por supuesto, aceptan encantados y dando saltos de alegría. ! Como les gusta el agua ! Así que cogemos los trastos de piscina y vamos los cuatro para allá. La piscina se paga aparte (2,5€) pero no nos parece muy cara porque puedes estar todo el tiempo que quieras y los pekes la van a rentabilizar fijo.
Cuando entramos hay otra familia pero al rato se van y nos quedamos solos. !Toda la piscina para nosotros con el jacuzzi, la musiquita…, que lujazo! Iker y Unai disfrutan de lo lindo y estamos casi dos horas hasta que ya tenemos que sacarles porque están arrugados como pasas y con los labios morados. Después cafecito y un rato de juegos de mesa en la cafetería del camping y a cenar y dormir que mañana va a tocar andar mucho.
Al día siguiente es el día de la verdad. ¡Vamos a conocer Venecia! Uno de los hitos de esta primera etapa del viaje. Nos levantamos un poquito antes de lo normal para no andar apurados, desayunamos, recogemos, hacemos las clases y nos ponemos en marcha.
En el mismo camping se compran los tickets del autobús (líneas 5 o 19, 2.60€ ida y vuelta) y la parada está a unos doscientos metros. Enseguida llega uno de la línea 19 que en diez minutos nos deja en la Piazza Roma desde donde empieza nuestro periplo hasta la Plaza de San Marcos.
Lo primero que nos llama la atención, incluso antes de bajarnos del autobús, son los tres enormes trasatlánticos que están fondeados en los muelles de la ciudad y que se ven, según te acercas, por encima de los edificios.
A pesar de haberlo visto cientos de veces en fotos y videos, Venecia nos sorprende y nos gusta. Al principio vamos un poco perdidos pero enseguida le cogemos el tranquillo y ya vemos que hay cartelitos en casi todas las esquinas dirigiéndote al puente de Rialto y a San Marcos. Yo tengo la impresión de que vayas por donde vayas, acabaras en la famosa Plaza.
Todo el recorrido es un gran centro comercial donde es difícil no encontrar algo que te llame la atención y te haga abrir la cartera. Lo que si nos sorprende son los precios. Por lo menos en esta primera parte del recorrido no nos parecen nada desorbitados aunque ya nos han dicho que según te vas acercando a San Marcos, todo se va encareciendo.
Vamos siguiendo las indicaciones y nos vamos acercando sin problemas. En el recorrido, la mayoría de las calles son interiores pero de vez en cuando se cruza algún canal y aprovechamos para echar fotos como buenos turistas.
Poco antes de llegar al puente de Rialto, nos pilla un chaparrón pero tenemos la suerte de que estamos junto a unos arcos y nos resguardamos allí. Unai se asusta un poco porque dice, en buena lógica, que si llueve, Venecia se va a inundar, pero conseguimos tranquilizarle y en cuanto para de llover, seguimos nuestro recorrido.
Aunque se puede andar bien, en las cercanías de la plaza, ya se ve mucha gente. Después de un buen rato avanzando por callejuelas estrechas, salir a la plaza es espectacular y la vista no defrauda y eso que gran parte de la basílica está en obras con andamios puestos. Imagino que aprovechan la temporada baja para las obras de mantenimiento.
Después de la andada, tenemos un hambre voraz, así que buscamos un sitio tranquilo y nos sentamos en unos soportales a zampar nuestros bocatas.
Descansamos un poco y aprovecho para sacar algunas fotos de la plaza. Aunque hemos estado un rato recuperándonos, los pekes siguen quejosos y no nos animamos a subir al Campanile. Damos una vuelta por la parte de la plaza que sale al canal y coincide que está pasando un enorme trasatlántico (el Queen Elisabeth) y la verdad es que nos impresiona.
Al final conseguimos convencer a los pekes para visitar la basílica pero no nos damos cuenta de los carteles que avisan que hay que dejar las mochilas en una consigna y tenemos que salir y hacer cola otra vez. Después de visitar Il Duomo, esto parece de juguete, vamos, que no nos impresiona demasiado y salimos enseguida, recogemos la mochila y volvemos camino de la Piazza Roma parando por el camino para tomar un par de cappuccinos y un par de chocolates a 4 euritos la taza (Esto es Venecia!!!) para, desde allí, buscar el camino hacia el museo de historia natural que es nuestro siguiente objetivo.
Después de tirar un rato del plano, vemos que de vez en cuando hay carteles que van marcando también el camino del museo y los seguimos hasta llegar allí. Hemos pensado que este museo puede ser una alternativa entretenida para los pekes y acertamos.
El museo está planteado como un recorrido único en el que pasas por todas las habitaciones, recorriendo una detrás de otra sin dejarte ninguna y cada una dedicada a un tema concreto. La mayoría son muy interesantes y algunas de las recreaciones son incluso espectaculares y los cuatro lo disfrutamos mucho. La única excepción es "la galería de los cetáceos" que nos decepciona un poco porque solo es una exposición fotográfica, un esqueleto de ballena y unos monitores con sonidos de distintas ballenas. Esperábamos algo más.
Cuando salimos del museo, son casi las seis y las callejuelas y plazas que atravesamos para volver están desiertas e impresionan mucho. Según nos vamos acercando a Piazza Roma, se vuelve a sentir el barullo de gente y en la parada de bus que tenemos que coger para volver al camping hay un mundo.
Cogemos el autobús por los pelos y va hasta los topes. Ya es de noche y no tenemos claro en que parada tenemos que bajarnos así que nos vamos fijando en el camino intentando identificar señales que nos avisen pero no nos suena nada.
Cuando ya estamos un poco preocupados pensando que nos hemos pasado la parada, veo un paso elevado que creo que es donde hemos montado a la mañana así que, justo antes de que se cierren las puertas, cogemos a los pekes y bajamos del autobús. Por suerte hemos acertado y llegamos al camping sin más contratiempos.
A la mañana siguiente, después del rato de clase, cogemos de nuevo el autobús hacia la Piazza Roma aunque esta vez nuestro destino final es la isla de Murano. Llegamos enseguida porque no hay mucho tráfico y buscamos un sitio para comprar los tickets. El señor del Tabachi (son los estancos italianos donde normalmente también se venden los tickets de autobús, tranvía, etc…), nos pregunta por la edad de los pekes. Cuando le decimos que 7 años, nos dice que los niños no pagan hasta los 6 años y nos hace un gesto como que nosotros mismos. Cuando nos dice el precio de los billetes ida y vuelta a Murano (que son 14,00€ por cabeza), ¡oh milagro!, los pekes pasan a tener automáticamente 6 años.
Este tema de los billetes de los transportes en Italia merece un capítulo aparte porque igual compran los billetes, pero por la máquina que se supone que los ficha no hemos visto pasarlos a casi nadie. A nosotros en todo este tiempo solo nos han pedido los billetes una vez en Milán.
El viaje en vaporetto ya es en sí una aventura para ellos porque recorremos parte del gran canal y el canal de salida a la laguna donde vemos todo tipo de embarcaciones, el barco-taxi, la barcaza-furgoneta-de-reparto, el barco-ambulancia, el barco-autobús, el barco-grúa y otro montón que hace que el viaje sea muy ameno.
En cuanto el vaporetto sale a la laguna, pone velocidad de crucero y va a toda pastilla. Aquí también nos cruzamos con varias lanchas, y algunas van a toda velocidad casi volando sobre el agua y a los pekes les encanta.
Por el camino, pasamos frente a la isla-cementerio de Venecia y tiene una fachada muy hermosa. Puestos a dormir eternamente, no parece mal sitio.
Desembarcamos en Murano después de unos 20 minutos de travesía y ya en el embarcadero hay un señor que te dice que un poco más adelante tienes una fábrica de vidrio para ver el proceso. Andamos un poco por el paseo que bordea la isla desde el embarcadero y, efectivamente, llegamos hasta un taller donde nos dicen que en 10 min. habrá una demostración de soplado.
Esperamos tranquilamente y enseguida pasamos a un taller con unas pequeñas gradas desde donde vemos como es el proceso. En 5 minutos y delante de nuestras narices, hacen una vasija y un caballo de vidrio. Es increíble la pericia que demuestra el maestro vidriero, sobre todo con el caballo. A los cuatro nos gusta mucho el proceso y lo volvemos a ver en la siguiente tanda. Después vistazo a la tienda y nos vamos a recorrer un poco Murano.
Como no es muy grande te puedes permitir perderte por las callejuelas y eso hacemos, acabando en una plazuela desierta donde nos aparcamos y comemos. Mientras estamos comiendo los bocatas, empiezan a llegar palomas que se huelen el postre. Los pekes se empeñan en echarles trozos de pan pero son demasiado grandes para ellas y vemos como se pelean por quedarse con el trozo más grande que no se van a poder comer. Ande o no ande, caballo grande. Casi como los humanos, je je.
Seguimos el paseo después de la comida y nos vamos de tiendas porque los pekes quieren comprarse un recuerdo de Murano y se han traído sus carteritas con su dinero. Encontramos una tienda donde hay un montón de figuritas muy chulas entre 1 y 5 euros y después de un rato de mirar, encuentran algo que les gusta. Iker compra un cangrejo y Unai un helicóptero! Por ese precio no creo que sea cristal de Murano pero ellos lo disfrutan igual. ¡A ver cuánto les dura siendo de vidrio!
Andamos durante un rato por la zona más comercial y la verdad es que hay verdaderas maravillas hechas en vidrio. Ya casi al final del paseo, un poco antes de salir al puerto hay una galería donde tiene expuesto en el escaparate una enorme águila de vidrio realmente preciosa. Los pekes se acercan a verlo y, a pesar de que les hemos dicho cientos de veces que no lo hagan, Iker se apoya con todas las manazas en el cristal. El señor de la tienda, que esta fuera, le llama la atención (muy amablemente, eso sí) y le dice que luego limpiarlo cuesta mucho e Iker murmura un "scusi" y se viene hacia nosotros un poco avergonzado. Seguramente es su primera palabra hablando en Italiano!!!
Ya un poco cansados de callejear, buscamos el muelle de nuestro vaporetto y esperamos hasta que viene este un rato después. Los pekes y yo hacemos el viaje de vuelta en la popa pensando que puede ser bonito pero, la verdad, es que hay demasiado ruido de los motores y de vez en cuando salpica algo la estela del barco.
Lo pasamos bien de todas formas y enseguida llegamos a Venecia. Mientras los pekes se entretienen en un parque que hay frente al puente Calatrava, yo busco donde comprar un trozo de pizza porque tengo antojo. La hacen super-gorda, con mucha masa y me encanta. Otra cosa que también nos encanta a Elena y a mi es la focaccia, una especie de torta de pan, bien gorda y la hacen con diferentes sabores y coberturas... Uhhmmm, deliciosa. La vamos a echar de menos cuando salgamos de Italia.
Hoy volvemos al camping pronto, todavía con luz y hay mucha menos gente en la parada. En el autobús, el chico que está a nuestro lado nos oye hablar castellano con los pekes y se dirige a nosotros y hablamos un rato. Cuando ya nos estamos despidiendo, nos dice que es italiano y que sabe castellano porque ha pasado un par de años en España. Increíble porque hubiera podido ser, tranquilamente, del portal de al lado de casa. Hablaba perfectamente y sin ningún tipo de acento.
Esta vez vemos nuestra parada con tiempo y llegamos al camping sin sustos. Todavía nos da tiempo para hacer cosillas en la autoca y después cenar y a descansar que mañana toca viaje después de disfrutar mucho de Venecia.
Tenemos la esperanza de que según nos vayamos alejando de Milán, iremos mas tranquilos pero seguimos teniendo muchísimo tráfico, sobre todo de camiones, hasta que salimos de la autopista cerca de Sirmione. Gajes del oficio.
Después de nuestras rutinas habituales y mientras los pekes juegan un rato, me doy un paseo para ver un poco como llegar al pueblo, al castillo, etc. y preparar la excursión con los pekes a la tarde. Sirmione está enclavado en una pequeña península que sale hacia el norte en el extremo sur del lago por lo que tiene amanecer por un lado y atardecer por el otro, y en ambos casos preciosos como pudimos ver.
A la tarde nos ponemos en marcha y lo primero que hacemos es entrar al castillo que hace de puerta de acceso al pueblo. Tiene una parte que se puede visitar y la disfrutamos con los pekes porque esto de recorrer castillos les encanta, jugando por los pasillos y corredores. Subimos hasta la torre más alta y desde allí la vista del pueblo y de todos los alrededores en espectacular.
Los pekes quieren probar el agua caliente y se quitan los zapatos pero Iker no puede soportar el olor y enseguida sale. Unai lo ignora y se sienta en una roca a disfrutar del calorcito.
Pedimos nuestros cafés y los helados de los pekes con nuestro italiano básico pero la chica nos responde en castellano. Charlamos un rato y resulta que es uruguaya y ha estado en Valencia y tiene pensado ir al País Vasco de visita en sus vacaciones que empiezan enseguida. Por supuesto, le hacemos un par de recomendaciones.
Hacemos clase y como hoy le toca a Elena, aprovecho para coger la bici e investigo como llegar hasta las Grottes di Catullo, que son las ruinas de una antigua ciudad Romana enclavada en el extremo norte de la península, frente al lago. La he visto en las fotos aéreas del pueblo pero no sé cómo llegar.
A la tarde descansamos un rato después de comer y salimos para nuestra visita vespertina. Como ya conozco el camino, vamos directos hasta las Grottes atravesando el pueblo y recorriendo después un camino bordeado de olivos que te lleva hasta la puerta del complejo.
Damos una vuelta por el museo pero los pekes quieren visitar las ruinas así que salimos fuera y enseguida están en su salsa saltando de roca en roca, corriendo por las galerías y escondiéndose detrás de cada esquina. Es impresionante su capacidad para convertir cualquier cosa en un juego.
En el camino de vuelta al pueblo veo un sendero que desciende a la izquierda e intuyo que por ahí se baja al camino que hicimos ayer, y que siguiendo ese camino llegaremos a las rocas y efectivamente así es y llegamos hasta ellas después de quince minutos de andar nosotros y de saltar de roca en roca los pekes. Son solo rocas y agua pero hay sitios que tienen magia y este es uno de ellos. Nos sentamos un ratito a disfrutarlo y podemos ver que es realmente bonito y nos transmite una gran paz.
Después de comer nos ponemos en marcha y salimos a la plaza frente a la estación. Con Milán nos ha pillado el toro y no tenemos ni un plano de la ciudad así que entramos a un quiosco a preguntar cómo llegar al Duomo y el encargado nos despacha sin muchas ganas con un par de frases que entendemos a medias, imagino que harto de turistas despistados, pero cuando salimos, un chico que estaba dentro del quiosco, se nos acerca y nos dice que es argentino y que puede ayudarnos y en castellano nos explica cómo llegar. Una maravilla.
La red de tranvías que recorre el centro de Milán es muy curiosa y circulan la mayor parte del trayecto compartiendo calle con los coches y autobuses.
Entramos dentro y todavía impresiona más y eso que está cerrado el acceso a toda la parte central y trasera que se ve de lejos que son espectaculares. Incluso los pekes que no son demasiado impresionables por estas cosas alucinan con las dimensiones de todo, la altura de la cúpula, el pasillo central, los órganos, el altar, las vidrieras…
Después de descansar un rato en el Burger, seguimos con nuestro paseo y nos vamos a recorrer la galería Vittorio Emanuele, que no es otra cosa que una pasarela de tiendas y restaurantes de lujo en una calle cubierta por una cúpula de cristal espectacular. Al final de la galería está la piazza dela Scala que es donde está la fachada de la famosa Scala de Milán que a nosotros nos parece bastante fea y descuidada.
Vuelta a la Piazza del Duomo y hacemos un recorrido por las calles adyacentes que son todas muy comerciales con tiendas de todas las marcas habituales en los centros de las grandes ciudades. Nos empezamos a aburrir de tanta tienda y como estamos cansados, decidimos poner rumbo a nuestra casita con ruedas a donde llegamos después de repetir la maniobra de los tranvías pero en sentido inverso.
En el pequeño trayecto entre un tranvía y otro, nos encontramos a un señor sentado en el suelo haciendo figuras con zanahorias y con remolachas que nos deja alucinados. Le vemos trabajar un rato y cuesta creer el dominio que tiene y lo que consigue sacar de una simple zanahoria. Increíble.
Salimos de allí pitando con el susto todavía en el cuerpo y tardamos un rato en volver a recuperar la calma hasta que después de unos cuantos kilómetros ya respiramos y paramos a echar gasoil y a despertar a los pekes para desayunar y continuar con ellos ya abajo porque no queremos más sustos de estos.
Nos pertrechamos para lluvia por si acaso porque la cosa pinta gris y menos mal porque después de un rato de estar abajo en el pueblo, empieza a caer de lo lindo y nos metemos en una heladería a tomar algo y esperar a que escampe.
Al cabo de un rato para de llover y aprovechamos para subir hasta la autoca. Pero es una pequeña tregua porque a los pocos minutos de estar en la autoca empieza un tormentón de aupa con unos rayos y unos truenos de los que impresionan. Hay que jetar para que los pekes no se asusten pero la verdad es que estas tormentas en una autocaravana, acojonan al más pintado. Como los pekes nos ven tranquilos y que seguimos con nuestras cosas normalmente, siguen con sus juegos y no se preocupan del tema.
Amanece y el cielo sigue plomizo. Hoy me toca a mi clase de mates con los pekes. Elena aprovecha para bajar al pueblo y dar un paseo tranquila. Llega hasta el final del paseo marítimo y se sorprende muy gratamente con las callejuelas y el ambiente del pueblo. Es un sitio realmente bonito y con buen tiempo tiene que ser estupendo pasear por él pero no nos vamos a quedar más tiempo porque queremos salir para ir acercándonos a Milán.
Al rato se queda libre el campo y entramos los cuatro a jugar un partidito de futbol y nos lo pasamos genial. Mientras estamos jugando, se acerca una niña de la edad de los pekes o un poco más pequeña y viene y sin más, me da un beso super-tierno y me dice en francés que quiere jugar con nosotros. Yo creo que estábamos armando tanta bulla que la cosa parecía divertida y ella estaba toda aburrida con su madre en unos columpios cercanos. Se llama Noemí y se apunta a nuestro partido con su madre mirando desde la entrada del campo.
Al día siguiente aprovechamos para vaciar las aguas grises y llenamos los depósitos de agua y salimos nada más desayunar porque queremos llegar pronto a Antibes a donde llegamos al mediodía. El área a donde llegamos resulta que es el parking del Maryneland de Antibes. Tienen un espacio reservado para las Autocas y te cobran 1€/h. con un mínimo de 10€.
Nos vamos a dar un paseíto antes de comer a ver si encontramos algún sitio para comprar el pan pero cruzamos a la Route du Bord du Mer y la verdad es que ese paseo es muy chulo porque va al lado del mar pero no tiene ninguna tienda, solo están las playas y el casino "La siesta". Nos damos cuenta y nos damos la vuelta para volver a la autoca pero en el camino de vuelta vemos que un poco más adelante en el paseo hay bastantes autocas aparcadas y nos acercamos porque el sitio parece genial. Llegamos hasta allí y pregunto a uno de los campistas y me dice que en estas fechas no hay problema en pasar la noche allí.
Llego enseguida pero cuando voy al cajero del parking, veo que el aparato para pagar con la tarjeta no funciona. Después de probar un par de veces y de jurar en hebreo, se me acerca un chico que luego veo que es el otro campista que está en el área de autocas. Le explico en francés lo que pasa y me dice que llamemos por un telefonillo que hay en la barrera. Habla él con la chica y nos dice que hay que ir a pagar a la ventanilla de Maryneland. Me cabreo porque está en el culo del mundo al otro lado del parking y sé que Elena y los pekes me están esperando, pero como no queda más remedio, voy para allá y le explico en francés lo que me pasa. Me dice que solo llevo 50 minutos y que el mínimo son 10 Euros que equivaldrían a 10 horas. Le digo que ya lo sé pero que tenemos una emergencia y tenemos que salir. Se apiada de mí y me sella el ticket sin pagar. Después de las carreritas, por lo menos no nos ha costado nada.
Ahora salgo ya sin problemas, pero nuestro amigo el GPS se empeña en que para pasar a la Route du Bord du Mar tengo que pasar por un paso subterráneo de 2,5 mts. con nuestra Laika de 3,20 y yo no estoy por la labor y sigo por la ruta paralela hasta que me diga otra ruta posible y al final, el tema es que no hay más pasos hasta llegar a Antibes y allí cojo una rotonda y ya enfilo la ruta buena y consigo llegar hasta la playa donde están Elena y los pekes y aparcamos la Autoca frente a la playa, junto a otras 6 ó 7, en un sitio genial y gratis.


Como es la primera vez que repostamos en Francia, nos liamos un poco. Localizo el adaptador Francés para el GPL y emboco bien la manguera pero no vemos cómo hacer para que empiece a servir. Al final, después de un rato de vueltas por el surtidor, localizamos un botoncito que es el que hay que apretar para que vaya sirviendo y ya va todo rodado.
La vista de la bahía es espectacular y el día que hace ayuda mucho. Hace un calor de narices. En el agua hay pececillos de esos que te vienen a morder los pies cuando te metes y en el agua hay gente buscando algo, no sabemos qué. Imaginamos que será algún molusco o algo así.






Al llegar a St. Pere Pescador nos llama mucho la atención que hay un montón de personas negras que están cerca de la carretera a la entrada del pueblo. Pensamos que serán trabajadores del campo porque aquí hay mucha agricultura.
A la tarde cogemos la merienda y nos vamos a conocer la playa con el balón. No hay mucha gente porque no hace sol pero la temperatura es buena y se está a gusto para juguetear un rato. Hacemos un rato de futbol, otro rato de peleas, vóley, carreras… Vamos que lo pasamos bomba y para las seis y algo nos volvemos y, como nos queda de paso, paramos en la terraza del bar para tomar algo. El último rato se quedan con Elena y yo aprovecho para darme una duchita de esas largas y afeitarme cómodamente.
Al día siguiente amanecemos con un día espectacular y enseguida empieza a calentar. Hoy le toca clase a Elena y yo aprovecho para un par de cosillas que tengo que hacer en la autoca (siempre hay algo que hacer, es como una casa o peor…), tengo que gestionar la liberación de uno de los móviles que vamos a usar como teléfono para los números UK y tengo que mirar cómo hacer para que la radio se pueda encender sin tener que poner el contacto. También aprovecho para ir a pagar al camping y las chicas de la recepción me comentan que han estado viendo la página y que le ha parecido muy chula. Me alegro mucho y comento un ratillo con ellas los pormenores de la aventura y entre pitos y flautas nos da la hora de comer.
Como el día esta tan bueno, ponemos el toldo y comemos fuera como si fuera veranito. ¡Que lujazo, la verdad! Y a la tarde, playa de verdad, con toallas, crema de sol y toda la parafernalia.

Hoy jueves hay muy poca gente y se puede montar en cualquier cosa sin hacer nada de cola aunque la verdad es que los pekes no son muy de montar en atracciones y nosotros tampoco somos súper-forofos así que probamos algunas pero ellos disfrutan sobre todo de los parkes infantiles que hay en Sésamo Aventura, China y el Far-West y nosotros podemos descansar mientras y tomar un cafecito.
Repetimos en las atracciones que más nos gustaron y conseguimos que los pekes se monten con nosotros en el TAMI-TAMI, una pequeña montaña rusa de la zona de Sésamo Aventura y al final les encanta y hacemos un par de bajadas más, ya disfrutándolas.
Nada más llegar aprovechamos para organizar un poco la autocaravana porque todavía estaba hecha un desastre (y lo que nos queda todavía) y mientras Elena se liaba con la cena, me fui con los pekes a dar un paseo hasta la playa que está a un kilómetro por un camino precioso a través de bosque mediterráneo. A la vuelta ya se nos hizo de noche y no había nada de iluminación hasta llegar al pueblo y daba un poco de cosilla. Esa noche no nos dimos cuenta pero al día siguiente amanecimos acribillados por los mosquitos que habían aprovechado nuestro paseíto al atardecer en camiseta y pantalón corto para cenar a nuestra costa. Primera Novatada!!! A partir de ahora, al atardecer, pantalón largo y manga larga.
La ciudad de las artes es preciosa y nos sorprende incluso después de haber visto un montón de fotos. La verdad es que el conjunto es espectacular y merece la pena verlo aunque no entres en ningún pabellón. Dedicamos un rato a disfrutar de la arquitectura (lo que los pekes tardan en aburrirse) y después nos vamos para el parque Gulliver que era el objetivo importante de la tarde.


Después de disfrutar de lo lindo, a media tarde levantamos el campamento playero y nos ponemos en marcha hacia Salou porque al día siguiente tenemos el primero de los dos días que vamos a pasar en Port-Aventura, pero si os parece, eso lo contamos en el siguiente post. 



