Recorriendo Italia (Sirmione)

Viernes, 25 Octubre, 2013

A la mañana amanece brumoso en Milán. Desayunamos, pagamos el parking y cogemos carretera hacia nuestro siguiente destino, Sirmione en el Lago di Garda.

No habíamos contado con el tráfico en una ciudad como Milán y salir de la ciudad nos cuesta más de media hora y el trafico después en la autopista es infernal y eso que tiene cuatro carriles.

Vista desde el area de autocasTenemos la esperanza de que según nos vayamos alejando de Milán, iremos mas tranquilos pero seguimos teniendo muchísimo tráfico, sobre todo de camiones, hasta que salimos de la autopista cerca de Sirmione. Gajes del oficio.

Por lo demás el día se va aclarando y nos ofrece nuestra primera visión de Sirmione y del Lago di Garda que no puede ser más alucinante porque el área de autocaravanas está en primera línea del lago y el entorno es impresionante. Todo un lujo para disfrutar en nuestra casita con ruedas. Somos muy afortunados.

Jugando con los cisnesDespués de nuestras rutinas habituales y mientras los pekes juegan un rato, me doy un paseo para ver un poco como llegar al pueblo, al castillo, etc. y preparar la excursión con los pekes a la tarde.  Sirmione está enclavado en una pequeña península que sale hacia el norte en el extremo sur del lago por lo que tiene amanecer por un lado y atardecer por el otro, y en ambos casos preciosos como pudimos ver.

El pueblo es muy hermoso con cierto aire medieval y también muy comercial, sobre todo sus calles principales, plagadas de heladerías, restaurantes y tiendas de recuerdos.

Vista de la darsena desde el torreonA la tarde nos ponemos en marcha y lo primero que hacemos es entrar al castillo que hace de puerta de acceso al pueblo. Tiene una parte que se puede visitar y la disfrutamos con los pekes porque esto de recorrer castillos les encanta, jugando por los pasillos y corredores. Subimos hasta la torre más alta y desde allí la vista del pueblo y de todos los alrededores en espectacular.

Desde arriba, veo que hay un camino que corre por la orilla este, junto al mar y al salir del castillo vamos por allí, recorriendo un buen trozo de costa hasta llegar a una fuente termal sulfurosa que sale al mar y crea una pequeña "bañera" de agua caliente y también maloliente.

En la fuente termalLos pekes quieren probar el agua caliente y se quitan los zapatos pero Iker no puede soportar el olor y enseguida sale. Unai lo ignora y se sienta en una roca a disfrutar del calorcito.

Seguimos todavía un poco más adelante hasta un espigón cercano pero vemos que está ya cayendo la noche y decidimos volver. El pueblo de noche es todavía más bonito con todas las calles y los restaurantes iluminados. Decidimos tomar un cappuccino antes de volver a la autoca y entramos en una cafetería de la calle principal llamada Valentino.

Castillo al anochecerPedimos nuestros cafés y los helados de los pekes con nuestro italiano básico pero la chica nos responde en castellano. Charlamos un rato y resulta que es uruguaya y ha estado en Valencia y tiene pensado ir al País Vasco de visita en sus vacaciones que empiezan enseguida. Por supuesto, le hacemos un par de recomendaciones.

Al día siguiente amanece espléndido y el espectáculo que ofrece el lago con el sol saliendo, el agua calmada, los patos y la bruma al fondo es increíble. ! Que sitio más bonito! Aunque teníamos pensado irnos hoy, decidimos por unanimidad que nos quedamos un día más. 

Amanecer frente al lagoHacemos clase y como hoy le toca a Elena, aprovecho para coger la bici e investigo como llegar hasta las Grottes di Catullo, que son las ruinas de una antigua ciudad Romana enclavada en el extremo norte de la península, frente al lago. La he visto en las fotos aéreas del pueblo pero no  sé cómo llegar.

Atravieso el pueblo muy rápido con la bici y enseguida veo una indicación que me lleva hasta la entrada del complejo que incluye un museo aparte de las ruinas. Hay unos trenecitos eléctricos que por 1€/persona te llevan hasta allí desde el pueblo pero andando se llega también enseguida.

En las Grottes di CatulloA la tarde descansamos un rato después de comer y salimos para nuestra visita vespertina. Como ya conozco el camino, vamos directos hasta las Grottes atravesando el pueblo y recorriendo después un camino bordeado de olivos que te lleva hasta la puerta del complejo.

Al igual que el castillo, son 4€/adulto y los niños no pagan.

Los pekes no esperan en la entrada y se meten directamente antes de que compremos las entradas. Una de las chicas que está en la puerta bromea con ellos amenazándoles con meterles en un sarcófago del museo. En cuanto compramos las entradas, nos lleva hasta una sala y nos enseña un enorme sarcófago tallado en roca viva. Impresionante.

Sentada al atardecerDamos una vuelta por el museo pero los pekes quieren visitar las ruinas así que salimos fuera y enseguida están en su salsa saltando de roca en roca, corriendo por las galerías y escondiéndose detrás de cada esquina. Es impresionante su capacidad para convertir cualquier cosa en un juego.

Mientras Elena y yo disfrutamos del paisaje y las vistas sobre el lago. El sol va bajando y hay un precioso atardecer desde los miradores de las ruinas. Abajo se ven unas rocas a ras de agua con formas caprichosas y gente andando por ellas. Buscamos la manera de bajar pero desde las ruinas no se puede.

Atardecer en SirmioneEn el camino de vuelta al pueblo veo un sendero que desciende a la izquierda e intuyo que por ahí se baja al camino que hicimos ayer, y que siguiendo ese camino llegaremos a las rocas y efectivamente así es y llegamos hasta ellas después de quince minutos de andar nosotros y de saltar de roca en roca los pekes. Son solo rocas y agua pero hay sitios que tienen magia y este es uno de ellos. Nos sentamos un ratito a disfrutarlo y podemos ver que es realmente bonito y nos transmite una gran paz.

Después de un día muy intenso, volvemos a nuestra casita con ruedas cansados pero felices.

Hay que descansar que mañana nos toca ruta otra vez.

 

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